La reciente victoria de la Real
Sociedad en el campo del Málaga ha dejado un buen sabor de boca en los
aficionados. La gente se sintió orgullosa de su equipo y a buen seguro el
sábado a la noche muchos celebrarían los tres puntos por las calles donostiarras.
Varias fueron las claves de la victoria txuriurdin, pero a buen seguro que una
de las más importantes fue la presencia de dos hombres, de dos proyectos de
estrellas, en el once inicial. Uno al lado del otro. Hablo de Asier
Illarramendi y de Rubén Pardo. De Zipi y Zape.
Asier Illarramendi. De Mutriku.
22 años. Calidad, trabajo, inteligencia y buen trato a la pelota. Su aparición
la temporada pasada ha sido sin duda una de las mejores noticias en la Real
Sociedad en la última década.
Rubén Pardo. De Rincon de Soto.
20 años. Una pierna derecha fuera del alcance de muchos, sumado a una visión de
juego inaudita para su edad. Juega y hace jugar. Para muchos el futuro de la
Real Sociedad.
Hasta el partido en La Rosaleda,
Philippe Montanier no nos había dado la oportunidad de ver a ambos en un
partido de altos vuelos. Asier y Rubén ocuparon en Málaga el centro del campo
realista. Y noventa minutos han servido para que ambos arrojen luz al presente
y al futuro del equipo.
Han hecho falta casi sesenta
partidos para que el técnico francés coloque al de Mutriku por delante de la
defensa y no por delante del pivote defensivo, por delante del 4. En esa
demarcación Illarra se ha salido en los partidos con la selección sub21 y la
afición realista le llevaba reclamando en esa posición mucho tiempo. Pues bien,
en 90 minutos y ante un rival de Champions, el guipuzcoano demostró porque la
afición txuriurdin sabe de fútbol.
El mutrikuarra se hartó de robar
balones. Demostró que tiene calidad en ambas piernas, una calidad que se
aprovecha cuando juega de volante, pero que se explota hasta puntos
insospechados cuando lo hace de pivote defensivo. Por primera vez esta
temporada, la Real Sociedad supo por quien tenía que pasar el balón. Muchos
dudarían de la capacidad defensiva que pudiera tener Illarra, de si no se iba a
resentir la defensa. Hablaban de desequilibrio en el centro del campo. Las
dudas están disipadas ya.
Asier, además de hacer jugar al
equipo, se multiplicó en el centro del campo. Durante todo el partido fue el
primer apoyo a una defensa que por primera vez en muchas jornadas, pareció no
sufrir en los últimos quince minutos de partido. Y no solo eso, sino que nos
deleitó con varios cambios de juego o varias conducciones marca de la casa.
Illarra domina el balón, y cuando lo tiene, levanta la cabeza. Y eso es aire
para esta Real Sociedad que tanta pólvora tiene en la parte delantera.
Incrustado el guipuzcoano en la
posición de “4”, solo quedaba encontrarle acompañante. Montanier, habría que
saber si porque no le quedaba otra, eligió a Rubén Pardo. Seguramente al
jugador al que más ganas tenía de ver la parroquia txuriurdin. Y cuando dos
grandes jugadores se juntan y están cerca uno del otro en el campo, pasa lo que
paso el sábado.
Rubén fue el complemento
perfecto. Si Illarramendi no podía dar claridad al juego, ahí estaba el de
Rincón de Soto para demostrar porque es una de las mayores promesas de este
país. Si el conjunto malacitano no sabía frenar a uno, menos a dos. Pardo hizo
mejor a Illarra, e Illarra a Pardo. Y ambos hicieron mejor a la Real Sociedad.
Empezando por los defensas y terminando por los delanteros, a los que por una
vez les llegaban balones al pie, estuviesen a diez metros o a cincuenta.
Con ellos dos en el campo, la
Real Sociedad gana serenidad y gana tranquilidad. Los dos demostraron que no se
defiende mejor por tener más defensas en el campo. Hasta ahora, todos los
partidos fuera de casa habían sido un asedio contra la portería defendida por
Bravo o Zubikarai en muchas fases del encuentro.
La acumulación de jugadores
defensivos no hacía otra cosa que los txuriurdines perdieran el balón rápido,
que no dieran tres pases seguidos, que no salieran al contraataque porque no
sacaban una pelota a derechas. Y el sábado fue juntar a Zipi y Zape y cambió de
manera radical el tramo final del partido.
Y es que como mejor se defiende
es con el balón. El todopoderoso Barcelona, salvando las distancias, lo sabe
muy bien. Si el equipo contrario no tiene el balón para poder llegar arriba con
claridad, salvo alguna genialidad, es imposible que te hagan ocasiones. Y ya
pueden tener delanteros que no harán gol. El Málaga el sábado acabo con
Saviola, Santa Cruz, Seba Fernandez, Eliseu e Isco en el campo. Pese a ello,
hacía tiempo que los aficionados sufríamos tan poco en un final de partido
fuera de Anoeta.
Ahora solo queda saber si
Montanier va a seguir apostando por ellos dos cuando tenga a todos sus
jugadores a disposición. En su mano está seguir contentando a la afición,
seguir que el equipo siga la línea mostrada el sábado. Y es que si la Real tuvo
una clara mejoría en La Rosaleda, mucho mérito fue de ellos. De Zipi y Zape.
@zickcero